Cuando las situaciones superan la capacidad de tolerancia de una persona se tiende a reaccionar de diferentes maneras. Se usan escudos para defenderse de las situaciones o se ataca con armas verbales, sin importar cuán letales resulten. Pero difícilmente se logra mantener la calma. Si se tiene el suficiente autocontrol para no demostrar los variados sentimientos que los dominan, la ebullición los destroza por dentro.
La aparente indiferencia del “no me importa”, la actitud de mostrarse ofendido, ignorar el problema disfrazándolo de una falsa alegría pueden ser diferentes clases de escudos. Considero que el más peligroso de todos es el que viene en forma de pastillas, legales o ilegales, que forman una barrera para esconder la realidad detrás de ella, dándoles la ilusión de que “todo está bien”.
Las armas verbales se utilizan atacando para defenderse. Como bien dice la sabiduría popular “no hay mejor defensa que un buen ataque”. Muchos dirán que tildar de letal a las palabras es demasiado drástico. Y yo les aseguro que no. Los que así piensen nunca han recibido una agresión verbal constante o su espíritu es lo suficientemente fuerte para soportarlo. Pero hay personas que no lo son. Las mentes débiles o demasiado sensibles pueden ser víctimas de tal denigración por esos ataques que muchas de ellas han llegado al suicidio.
Encontrar un equilibrio para superar situaciones insuperables que no nos destruya ni destruya a los demás, parece una empresa casi imposible. Balancear la sensibilidad para comprender con la dureza para soportar no es tarea fácil.
Los creyentes se consuelan diciendo “Dios no nos da una cruz más grande que nuestras espaldas. Los optimistas afirman que “no hay mal que dure cien años…” a lo que el pesimista responde “… ni cuerpo que lo soporte”. Los conformistas dirán que “no hay mal que por bien no venga”.
Antoine de Saint Exupery dijo: “Si al franquear una montaña en la dirección de una estrella, el viajero se deja absorber demasiado por los problemas de la escalada, se arriesga a olvidar cual es la estrella que lo guía”.
7 comentarios:
Sandra, soy de las personas que se paralizan ante un ataque semejante...y fui de las que decia cualquier cosa hiriente para defenderme.
Con mi profesiòn aprendi a usar siempre eso del papel arrugado...agarrar una hoja lisa...hacerla un bollo y que la persona que me hiriò la vuelva a dejar lisa...cosa imposible...asi es como queda uno cuando pasan estas cosas y es algo irreversible!!
Yo tarto de usarla en mi vida, con mis hijos y mis alumnos...porque eh aprendido a contar hasta cien, aunque me pase llorando una semana!!!
Me gustò esta reflexiòn...
Abrazotes y buen finde...
Te quiero mucho...
Bellísima entrada Sandra!!
Yo cuando subo una montaña no me olvido de la estrella que me guía. Tu lo sabes.
Casi lo olvido... qué lindo te quedó el blog con la imagen de entrada.
Bendiciones... enviadas
Mija, que profunda que estás...
Yo siempre fui de las "letales". Reacción explosiva y lengua viperina... y al llegar a casa tres horas llorando. Un desastre.
Creo que mi lengua me ha granjeado más enmigos que amigos...
Pero ya aprendí a canalizar mi energía, contar hasta 10.000, cuidar mis palabras, etc etc. Y ahora me empleo en cosas útiles.
Aunque a veces...........
Soy de las que sigue a la estrella que me guía, pero una vez que hago el balance de si esa estrella vale tanto como para llegar a la inmolación, ... bueno la mayoría de las veces cambio de estrella. En caso contrario, "a palabras necias, oídos sordos"
besos !
Encantada de reencontrarte en esta tu nueva casa.
Saludos
hola sandra¡¡
aca estoy dejandote un beso de fin de semana, hermoso post, como todos los tuyos y hay que seguir mas alla de todo¡
aca nos estamos reecontrando tambien,besitos
silvi
Creo que el paso de los años nos da mayor experiencia para ir enfrentando los problemas, pero a pesar de eso hay algunas tragedias que cuestan mucho enfrentar.
No es mi caso, gracias a Dios mi vida es tranquila y privilegiada en ese sentido.
Un besote.
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