Aroma festivo en casa

Ayer en la mañana me desperté con espíritu navideño. Decidí armar el árbol en mi cabaña. Me dirigí al bosque en busca del pino más lindo. Cuando lo encontré, rodeado de toda su familia, me pareció muy cruel arrancarlo de su sitio por la sola vanidad de tener un lindo árbol en mi casa. Decidí volver sin él. Cuando volteé a mirarlo me saludó moviendo suavemente sus jóvenes ramas y, a través de sus hojas, alcancé a ver un nido. Sonreí y volví feliz a casa.

Con el Carde decidimos armar el árbol que tenemos y pusimos manos a la obra.

-Primero las luces.

Okei! Desenrollé las luces, agarré una punta con la mano derecha, me la pasé alrededor del cuello, la colgué de mi brazo izquierdo y tomé el otro extremo con la mano ídem, para evitar que se enredaran.

-Las vamos a poner encendidas, así vemos como van quedando.

Uots? “Este me quiere electrocutar!!” fue mi primer pensamiento, pero como una es capaz de hacer cualquier cosa por amor… a la Navidad, solo respondí “Okei!!”

Cuando las enchufó, yo quedé tan coqueta y vistosa, con los brazos extendidos y las lucecitas alrededor de mi cuerpo que casi le digo: “Guardá el árbol, me quedo yo parada en el rincón”. Mientras el Carde iba acomodando las luces alrededor del árbol yo giraba a su lado iluminando su vida, literalmente hablando jeje.

Terminado el trabajo riesgoso, seguimos con las guirnaldas, para darle más volumen. Yo seguía girando alrededor de árbol pero esta vez me sentía una vedette envuelta en una boa de flecos verdes. Hasta que una voz proveniente del sofá me sacó de la ensoñación:

-Ponelas mas sueltas que así no se nota!!

Dejé mi frustración de lado por la falta de aplausos y terminé con las guirnaldas.

Luego tocó el turno a las bolas doradas y rojas. Acá me resistí a la tentación de soñarme malabarista, so pena de terminar en penitencia en el patio con los perros. Por último colocamos los moños de terciopelo y… Listo!! Teníamos nuestro árbol de Navidad armado!!

A continuación armamos el pesebre, o Nacimiento, o Belén como lo llaman en otros lugares. Este año había decidido hacerlo bien simple, así que armé la casita, puse al niñito Jesús, a María y… José? Donde está José? Cuando ya creía que se había fugado con la pastorcita lo encontré escondido en un rincón de la caja, aplastado por un camello. Me agradeció muy amablemente que le haya salvado la vida y se fue al establo con su familia.

Mientras el Carde trabajaba en la PC, puse el resto de los personajes en fila esperando ver al niñito Jesús y dije orgullosa: “Ya está!!” Ante la mirada acusadora y de desagrado del Carde acomodé los pastores, las ovejas, hice un lago, puse piedras, luces y… Listo!! Esta vez la mirada fue de aprobación. Además pusimos guirnaldas en la escalera y unas campanas en la puerta de entrada.

Ahora sí, la casa ya tiene aroma festivo!!