Fuga de amor

 

Dicen que el amor no sabe de edades y que nos hace cometer locuras en su nombre. Sacrificios hechos por amor, suicidios cometidos por amor y grandes obras construidas por amor. Poemas, libros, películas, obras de teatro que nos hablan de este sentimiento, que hacen soñar, que venden ilusiones y regalan sentimientos que las personas atesoran y, a veces, sueñan con trasladar esos momentos de ficción a su realidad.

Pero como la realidad muchas veces supera la ficción, quería compartir con ustedes esta historia de amor que rescaté hoy del diario El Tiempo de Colombia. Una fuga de amor que no pudo hacerse realidad.

Mika y Anna Lena viven en Alemania y están enamorados. Mika le propuso a Anna fugarse al Africa para casarse y hacer realidad su sueño de amor. Ella, “enamorada hasta los huesos” dice el diario, aceptó la oferta.

Antes que amaneciera, prepararon sus maletas y se llevaron consigo a la hermana de Anna, Anna Bell, para que fuera testigo de la boda.

Esto no tendría nada de extraño, pensarán ustedes, siempre recibimos noticias de parejas que se fugan de su hogar para hacer realidad sus sueños de amor, si no fuera por la edad de los pequeños enamorados.

Mika y Anna tienen 6 y 7 años, y la pequeña Anna Bell, que saldría testigo de la boda, apenas 5 añitos. En sus maletas habían guardado ropa de verano, gafas de sol, juguetes para la playa, algunos alimentos y todos sus sueños inocentes.

Caminaron un kilómetro con temperaturas bajo cero y tomaron un tranvía hasta la Estación Central de Hannover, donde pensaban tomar un colectivo hasta el aeropuerto.

A los empleados del ferrocarril no les pasó desapercibido el hecho de que tres pequeños anduvieran solos a esa hora y avisaron a la policía. Hasta allí llegó “…el sueño que muchos enamorados tienen y que nunca llegan a realizar. Dejarlo todo, las rutinas, el trabajo, los horarios asfixiantes, para escapar a un paraíso, a un lugar exótico al otro lado del mundo, donde haya siempre sol y donde nadie moleste las horas con el ser querido. Dos niños alemanes de seis y siete años no lo consiguieron, pero al menos tuvieron la osadía de intentarlo”.

Yo espero que el mundo de los adultos, con sus prejuicios y dictámenes, nunca les haga perder esa ilusión, esa inocencia y esa sed de aventuras por vivir una historia de amor.