Motín neuronal

 

 

Hoy hablé seriamente con mis neuronas. Les dije: “Chicas, a ver si se ponen las pilas que hace tres días que no trabajan. Comiencen a conectar los terminales nerviosos, intercambien la información que tengan almacenada, busquen entre los recuerdos algún dato que pueda ser importante y reactívense. Salgan del estado Alfa y comiencen a laburar” Así en argentino se lo dije.

Ellas me miraron con ojitos somnolientos, desperezaron sus dendritas y se tomaron del axón, algunas procariotas y neuritas siguieron solas y sin rumbo “a lo que te criaste” y con sus vocecitas académicas y seguras de su posición de imprescindible en cualquier cerebro, en una sinapsis de rebeldía me dijeron:

“Mire señora (me tratan de usted porque son muy respetuosas), hemos estado adormecidas durante 42 años y usted pretende, así de pronto y sin preaviso obligatorio de treinta días, que todos los días se nos ocurra alguna idea para que después la señora… haga qué? Le dé a su cuaderno cuadriculado y su birome de dos pesos y overol azul los créditos de las cosas que nosotras planeamos, elaboramos, corregimos y trasladamos a una dimensión real para que puedan ser expuestos como escritos y… ni las gracias nos dan!! Ni siquiera un litro de leche por trabajo insalubre!”

“Pe… pero…” alcancé a balbucear, cuando la neurona sensorial que llevaba el mando de la rebelión me apuntó con su fibra aferente y continuó:

“Desde este momento declaramos el cese de actividad por tiempo indeterminado! Usted, a su edad, debería estar tejiendo almohadones al crochet y tomando cursos de ikebana y no hacernos pensar tanto!!”

Sin decir más, las neuronas aferentes, eferentes y diferentes se amotinaron y entraron en un estado Delta, las esféricas de los ganglios simpáticos y parasimpáticos se pusieron antipáticas, la anaxónica me hizo un guiño antes de cerrar sus ojitos y me dejaron ahí, con la boca abierta y sin parpadear, víctima de una lobotomía literaria.