Si la historia hubiera sido al revés…
En un reino lejano del cual nadie se acuerda ya el nombre y hace tanto tiempo que ya casi nadie recuerda la historia, ocurrió lo que no debería haber ocurrido.
El joven había crecido en aquella mansión donde, unos años antes, su padre había muerto luego de una larga enfermedad. Su madre, desesperada por la soledad y la fortuna perdida, aceptó casarse con un viudo que le prometió que nada le faltaría, ni a ella ni a su hijo. El primer tiempo todo parecía andar bien, pero poco a poco los dos hijos de su padrastro, engreídos y malcriados, comenzaron a hacerle la vida imposible inventando historias en su contra. De nada servían sus explicaciones, ni su madre le creía, o callaba por temor a verse en la calle despojada de su lujosa vida.
El padrastro lo obligaba a limpiar las caballerizas y el corral de los cerdos, a recoger los frutos maduros de los árboles y a lustrar el carruaje en el que se iba todas las mañanas a su trabajo. El joven trabajaba sin cesar y sin quejarse jamás de su suerte.
Un día de primavera, cuando el aire huele a flores y esperanza, escuchó que la hija del rey festejaba su cumpleaños con una gran fiesta. Todos los jóvenes del reino estaban invitados. Ese día se apresuró a terminar su trabajo dejando todo reluciente, pero cuando llegó la hora de partir, su padrastro le dijo que no le permitía ir. “¡No voy a arriesgarme a pasar vergüenza ante el rey con una piltrafa ignorante y maloliente como vos!”
El joven se sentó a sollozar su suerte entre los cerdos, cuando escuchó una voz que le decía “¡Vamos niño marica! ¡Deja de llorar que se hace tarde!” Era su hada madrina que con un toque de la varita mágica lo convirtió en el joven mejor vestido de toda la comarca. Los cerdos se transformaron en blancos corceles y el carro donde llevaba la fruta cada día, en el carruaje más lujoso del reino. “¡Recuerda volver a las doce en punto, o me echarán del sindicato de Hadas!”
Cuando entró al Palacio se escuchó un murmullo de admiración de las jóvenes, y de envidia de los muchachos. Nadie podría haber reconocido a aquel pobre muchachito en ese hombre apuesto, y perfumado.
La princesa parecía estar en su propio mundo, se olvidó de todos y se dedicó a bailar con él sin apartar la vista de sus ojos color avellana. Pero al escuchar las doce campanadas en el lujoso reloj de la sala, la realidad lo golpeó tan fuerte que salió despedido hacia la puerta sin disculpas ni un adiós. Llegó a su casa arrastrando el carro con los cerdos y de su fina ropa solo habían quedado los harapos malolientes, pero en su corazón sentía la dicha más inmensa que jamás había experimentado.
Al otro día, en cada rincón del lugar se hablaba de aquel hermoso joven que había enamorado a la princesa. “Era yo” repetía a cuantos lo quisieran oír, pero las burlas y las risas eran tantas y tan fuertes que huyó avergonzado adonde nadie pudiera encontrarlo jamás.
En un palacio de un reino lejano del cual nadie se acuerda ya el nombre, una princesa se cansó de esperar que el hombre misterioso que enamoró su corazón regresara a buscarla. Con el tiempo sus lágrimas se secaron al igual que sus sentimientos y solo quedó en el aire las frases que sus amigas repetían sin cesar “Seguro que era casado, dejá de llorar, no ves que se burló de vos?”
19 comentarios:
BUENAS NOCHES SANDRITA OJALA TODO HUVIERA SIDO DISTINTO Y EL FINAL FUERA OTRO,ESPERO QUE TENGAS UNA BUENA SEMANA, ABRAZOSSSS DE TU AMIGO CHRISTIANNNNN
Es que este no tenía un zapatito para demostrar su identidad! jejeje...o aunque más no sea, una ojota ajajaja
un besito.
Sencillamente, ¡no es creible!. De todos es sabido que la mujer es mucho más persistente que el hombre en la consecución de sus fines. ¿Cómo iba a dejar escapar sin buscarlo al príncipe de sus sueños?. Eso sí, no me imagino al apuesto galán con zapatitos de cristal.
Un abrazo.
Pepe.
A las buenas!
No se porque pero este cuento me suena ligeramente familiar...jejejeje
Pero con los hombres ya se sabe (debio pensar la princesa) son todos iguales. Y nosotras los medimos por el mismo rasero, algo injusto pero es lo que hay!
Aunque tanto no nos equivocamos... ya viste al padrastro y los hermanastros...
Un beso poseido de esta que te añora.
sabes que este cuento me resulta tan familiar, tan repetido?? el tema es que a algunas princesas le hacen elcuento¡¡¡
comoandas sandra tanto tiempo ?? espero que vosy el carde esten bien¡¡
les mando unbesograndote¡¡¡¡
Y no podía haber perdido, yo qué sé...el sable? Un guante? el reloj de pulsera, para luego ser identificado?
Este tio es cortito...no es capaz de ir a buscarla ni de dejar que le encuentren!
Prefiero a la Cenicienta, que es más espabilá XD
Un beso
Lala
SE DE S0BRA QUE TE HAS INSPIRAD0 EN MI AL HACER ESTA VERSI0N, GRACIAS, SANDRA....
AHH, YA ESTAS DICIEND0 A LA PRINCESA QUE Y0 N0
EST0Y
CASAD00000
N0 TE J0DE¡¡¡¡¡
MEDI0S BES0SSSSS
Y PAL CURA TAMBIENNN
Hola chiqueta, espero volver pronto por aquí, saludos.
Hola Sandra, vienes de tarde en tarde; pero con el pasito fuerte. Has escrito una versión de la Cenicienta, más real de lo que parece.
La frase del final es estupenda
No tardes tanto en regresar.
Un abrazo
Excelente cuento Sandra. Muy bien armado.
¡Hola Sandra!
Como romántica empedernida que soy, hubiese preferido otro final pero éste también es posible aunque ya lo ha dicho alguien anteriormente...O éste hombre era muy cortito... o lo era la princesa... que tampoco cuesta tanto(por parte de él)escaparse para darse un buen baño en el rio más cercano, "repeinarse" un poco y aparecer en la puerta de palacio y no parar hasta que saliese la princesa, que a no ser que fuese imbécil total, algo de él reconocería.
Y por parte de la princesa, pues que se declarase en huelga de hambre (o de lo que sea) hasta que no consiguiese la promesa de sus padres de rebuscar hasta en el último rincón del reino, a fín de encontrar al susodicho.
Pero vaya... que tampoco se aseguraban un final feliz, aunque se hubiesen reencontrado.
Algún día deberías escribir la continuación del cuento de la Cenicienta tal y como ha llegado hasta nosotros... seguro que no es como la mayoría se espera...jejejej...
Bueno, perdón por la extensión del comentario, pero es que echaba de menos, hablar contigo.
Besitos para tí y el Carde.
jajaja Korina, no querrías saber el final!! Una madrugada de insomnio se lo conté al Carde, capaz que algún día de estos lo vuelvo a armar. Te sorprenderías de las cosas que descubrí!!
Gracias a todos por pasar!! Prometo que uno de estos días voy a visitarlos!!
Bueno, es como el cuento de Caperucita roja, en la realidad casi siempre gana el lobo :)
Un abrazo. Pablo
http://pmartimor.blogspot.com
Hola Sandra:
Qué lindo leerte, aunque me llegue el olor de los cerdos.
Nos vemos.
SUsana
HolaSandra me ha gustado muy mucho tu blog, tus escrito, tus cuentos, me a gustado la entrada que publicaste "Sin Palabras" te felicito, me he hecho tu seguidor para que podamos estar más en contacto. No me iré, siempre estaré aquí para seguir leyéndote. Te mando un beso grande
Víctor
Cuando puedas visita mi blog te lo agradeceré: http://compartiendovirtuales.blogspot.com/
Catamarca - Argentina
Ey sandra!! cuánto tiempo!!, acabo de leer tus otros dos relatos anteriores, y me han encantado.
Los consejos de las amigas en este cuento geniales, jaajjja.
Cómo siempre, si le das la vuelta al cuento parece más creíble, porque molestarse en buscar un pie para un 44 ya va a estar más complicado.
Besos
lyria
Hace mucho que no escribís. Espero leerte pronto!
Gracias por tu comentario en mi blog, recien estoy empezando y el motivo del blog, no es otro que algo romántico que tengo pensando hacer para él... será otro de mis textos. Así, la gente que entre, podrá saber que sucede realmente. El tuyo lo sigo de hace tiempo, y la verdad, que me gusta ese humor ácido que tienes. Enhorabuena.
Hola, Sandra, pasé a retribuir tu visita a mi blog, y me sorprendí gratamente. Ahora bien, a fuerza de ser realista, creo que si el tontolo èste hubiera ido al día siguiente maloliente y todo, la princesa lo habría presentado al mundo entero diciendo tal vez:
-Es un bohemio, ¡¡¡pero lo amo!!!!!
En cambio...
Si la Cenicienta hubiera aparecido con sus modestas ropitas por el palacio, sin el zapatito de cristal para probar su identidad, el príncipe habría exclamado:
-¡Guardias. saquen a esta roñosa de acá!!!!
Un beso Graciela
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