Cuenta regresiva

Ya falta poco, unos días apenas. No sé cuantos, no tengo un día de partida. No me gusta tener todo programado de forma estricta.

Ya casi todo está empacado, solo me faltan un par de cajas que llenar. Aproveché para hacer limpieza, muchas tonterías guardadas durante años. Algunas cosas que quisiera llevarme y las dejo ahí, como olvidadas por descuido, pero consciente de que se quedan. Otras que me han hecho sonreír y es imposible dejarlas: el primer cuento que escribió mi hija Lula, la carta que me dio mi hija Sil cuando se fue a vivir con su abuela, una carta que mi hijo Leo me escribió para un día de la madre, que había olvidado y me hizo llorar de emoción cuando la releí, el pasaje de mi viejo cuando se vino de Italia, el primer recetario de cocina de Leo cuando se fue a estudiar a Rosario y le tocó aprender a cocinar…

Muchas cosas se van conmigo, muchas se quedan. Muchos recuerdos entran en la maleta, otros se quedan en esta casa donde nací, en estas calles donde crecí, en este pueblo-ciudad que me vio reír, llorar, ser feliz, sufrir, soñar…

Dejo tres de mis perros. Camila, con sus trece añitos, su paso lento y su maullido a la hora de comer (si, es un perro, pero sabe decir miau). Braulio, con su pachorra, sus aullidos cuando llega alguien, su gruñido malhumorado y la huelga de hambre que comenzó cuando anuncié mi partida (que los perros no entienden? ja!) Y Coco, el gran Coco, con sus saltos olímpicos, su alegría de cachorro que no quiere crecer y su autocontrol para no pelear cuando Braulio le gruñe. Dejo a Gato, nuestra gata rebelde que no le gustan las caricias y toma agua de la canilla. A Jack, con sus quince años, sus ojitos casi ciegos, sus patas que casi no responden y toda su dulzura de labrador. Y dejo al pájaro que me despierta todas las mañanas con su chillido y que hoy casi me mata del susto cuando me asomé por la ventanita del baño.

Dejo a mi mamá, con sus quejas y lamentos que me ha hecho un trabajito psicológico este último mes que, calculo que ningún hijo en este mundo puede tener el sentimiento de culpa que yo siento.

Dejo a los sábados de mates y charla con mi hija Sil y mi hermana mientras corro a los gritos detrás de Fausto para que no rompa nada.

Y dejo a mi hija Lula, con sus 16 añitos y toda la inseguridad de su edad. La dejo con su fortaleza fingida ante mi partida y me llevo todo el apoyo que nos ha dado y que fue una de las cosas que más fuerzas me dio para dejar todo lo anterior. La dejo con sus ojitos hermosos y su risa clara. Me llevo sus abrazos y sus besos y la esperanza de reunirnos muy pronto.

Viejo, dejo la promesa que te hice de no dejar sola a la vieja. Perdoname, pero sabes que no doy más. Hice todo lo que pude y de la mejor manera que supe hacerlo. Pero no puedo seguir. Vos me entendes, Tal vez no lo apruebes, pero sé que me entendes. A vos también te tocó dejar a los tuyos para buscar tu destino…

Me voy dejando muchas cosas. Me voy en busca de muchas otras. Llevo muchos sueños por cumplir. Voy a buscar mi vida y mi felicidad junto a la persona que quiero.

Soy como mi viejo sauce, que se fue pero dejó sus raíces…