martes, 17 de noviembre de 2009

Mosquitos rosarinos

 

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No es que para mí un mosquito sea una rareza, los he visto y he convivido con ellos toda mi vida. Habiendo nacido en un barrio rodeado por descampados y con un arroyito a una cuadra, pasé mi niñez con los brazos, piernas y caras llenas de ronchas coloradas y algún que otro moretón de los golpes intentando matarlos. En mi época no existía el Off, y si existía no se usaba, para que gastar plata en esas nimiedades si podíamos usar nuestras manos. Además tampoco se conocía el dengue, así que una insignificante picadura no podía afectarnos. Ajo y agua.

Además, mi familia siempre fue del gusto por la pesca, la caza y cualquier cosa que pudiera hacerse en el campo, a cielo abierto y a mosquito zumbando. Así que estoy acostumbrada a verlos de todo tipo y tamaño. Pero lo que estoy viendo en esta ciudad no lo he visto nunca. El primer día que vi uno creí que un helicóptero se había metido en mi departamento, pero me extrañó que hubiera aterrizado en el techo y cabeza abajo. Me acerqué sigilosamente y preguntando con autoridad “Hay alguien ahí?”.  Al no recibir respuesta me acerqué un poco más y quedé anonadada, perpleja y pasmada: esa cosa inmensa era un mosquito, no había ninguna duda.

Me puse a investigar un poco sobre esos insoportables zumbones y descubrí que en la Argentina hay 222 especies, de las cuales 51 se encuentran en la provincia de Córdoba. No hay ninguna duda que las otras 171 están en Rosario. Los hay grandes, pequeños, grises, negros, rayados, de alas grandes, de alas finas y no me acerqué demasiado, pero calculo que alguno hasta debe tener colmillos.

Claro, el clima de esta ciudad favorece la reproducción de estos insufribles insectos, esa debe ser la causa que haya millones de ellos… en mi departamento!! Llueve 15 minutos y después sale un sol como para cocinar huevos fritos en la vereda, así que calculo que los lugares con agua donde nacen son como perfectas incubadoras productoras de monstruos chupasangre. Otra razón que se me ocurre es que los rosarinos son de muy buena sangre y por eso los mosquitos desarrollan ese tamaño descomunal, porque que yo sepa, volcanes por acá cerca no hay.

Pero eso sí, hay que reconocer que son muy considerados, cuando pican solo dejan un puntito rojo, sin ardor ni picazón. Como prevención he sacado todos los floreros y adornos, y he puesto en su lugar un tarro de Raid sobre cada mueble. Además es un gran ahorro en desodorante de ambientes, ya que nada puede tapar el olor a insecticida. Si me ven algún día asomada al balcón y tosiendo a más no poder, no me griten que deje de fumar que no es por el cigarrillo. Podré morir intoxicada, pero picada… jamás!!

 

mosquito

lunes, 2 de noviembre de 2009

Cómo pasa el tiempo

 

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Hace un par de días, hablando con mi hijo y mi nuera, Leo me preguntaba “Cuanto hace que estás acá?” “Seis meses” “Seis meses ya? Yo hace casi diez años”…

Y pensaba (ya estoy vieja!!) que rápido pasó el tiempo. Si parece que fue hace tan poco cuando era un bebé que no me dejaba dormir ni de noche ni de día!! Cada tres horas se despertaba para comer, hasta que comenzó a caminar, porque después se seguía despertando a media noche, pero para ponerse a jugar. Más de una vez lo encontré dando vueltas alrededor de la mesa del comedor en su triciclo. O me despertaba algún ruido y era el “señor” que se había llevado los juguetes al living y allí lo encontraba a oscuras, porque todavía no llegaba a encender la luz. Otras veces se levantaba sonámbulo, pero eso es otra historia.

Después llegó la época del jardín. Ahí me dio la primera lección de lo que es tener voluntad. Tenía tres años recién cumplidos, así que los primeros días iba a la salita de la hermana, que tenía un año más y era toda una experimentada en eso de ir a clases, además de ser una madraza con su hermano. Cuando había pasado el período de adaptación, un día se fue solito con los que debían ser sus compañeros. A pesar de los ojitos llenos de lágrimas no hubo forma de hacerlo volver con su hermana. Sabía que esa era la salita que le correspondía y superó el desapego como un hombrecito.

Pasó la escuela primaria y llegó la adolescencia con sus pelos largos, la estruendosa “El otro yo” que hacía temblar las paredes al ritmo de “Cortá el pasto, cortá el pasto…”, las primeras salidas y los cambios de vocación: cardiólogo, cirujano (debe ser por eso que se cortó los dedos tantas veces!), periodista, hasta que un día dijo “quiero estudiar inglés, voy a ser traductor”. En tres años hizo los cinco que necesitaba para tener el título que le pedían en el instituto para el traductorado. Y se mudó a Rosario a vivir con sus primos que ya estaban estudiando acá.

Cuatro años que pasaron rapidísimo y el día de la entrega de diplomas escuchaba distraída lo que decía la mujer que transmitía el acto “Entregamos la medalla al mejor promedio…” que lindo pensaba yo… “Leonardo…” “¿Leonardo? Ese es mi hijo!!!” Lo único que recuerdo es que no podía parar de llorar. Era el premio a tantos años de esfuerzo puestos en el estudio, un premio más que merecido. Y de pronto me di cuenta que mi niño era un hombre diciendo “me quedo a vivir en Rosario”.

Un día le dije a Lu “me parece que tu hermano anda enamorado” “por qué?” “porque está diferente” Y Lu se encargó de hacer averiguaciones, lo cual significa acosarlo por el Messenger con diez mil preguntas “Quien es esa chica? Es de Rosario? como se llama? Toma mate? Cuando la vas a traer?” Y unos días después “Voy a Pergamino con Alejandra” Y la conocí. Y quedé tan enamorada de ella como él.

Me voy a vivir con Ale”. Miércoles!! Creo que el tiempo pasa demasiado rápido!! Y hace un par de meses… “Nos casamos en diciembre” Y ya casi estamos en la fecha fijada, solo falta un mes para el cinco, solo un mes para firmar ante la ley y ante Dios ese amor inmenso que se tienen. Los preparativos, el lugar, la ceremonia, la comida, la ropa… ya está todo listo y yo… yo soy la madrina!!! No, yo no estoy lista, pero eso no importa porque nunca estoy preparada para cosas tan importantes como esas. Es que todavía estoy digiriendo el “Me quedo a vivir en Rosario”.

Si, el tiempo pasa demasiado rápido, pero… que cosas tan lindas nos trae en su carrera!!!

Ale y Leo

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