sábado, 23 de enero de 2010

Encuentro cercano del tercer tipo?

 

 

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No precisamente, fue un encuentro cercano, pero con un tipo de… murciélago!!! Más precisamente el murciélago rosarino. Y para ser más precisos todavía, mi vecino Batman!!! Si, el murciélago que vive en el árbol que está al frente de mi balcón vino a visitarnos.

Estábamos sentados plácidamente, el Carde en la PC y yo en la cama mirando TV, cuando de pronto vi algo que entraba volando desde la cortina de la ventana. Mi primer pensamiento optimista fue “se metió un pajarito”, pero el pensamiento optimista duró lo mismo que tardó el Carde en gritar “UN MURCIÉLAGO!!” Y acto seguido corrió a encerrarse en el baño… a oscuras. “Abrí!” “Nooo!” “Dejá entrar a Felipe!!” y abrió un espacio por el cual apenas cabía un chihuahua, pero logré entrar al perro a empujones.

Lo ves?” “No, no sé donde se metió” Acto seguido el Carde salió del baño y me metió de un empujón. “Fijate si no está ahí”. Revisé la cortina de la ducha, el botiquín y debajo de los artefactos. “No, no está”. “Fijate bien!!”. Ni que el baño fuera el de la mansión Rockefeller!! Si estuviera el murciélago no entro yo, y viceversa. Para tranquilizarlo lo volví a revisar. Cuando se aseguró que no estaba volvió a encerrarse con Feli… Yo afuera, por supuesto.

“Ya lo vi, está en el armario, como lo saco?” “LLamá a alguien, llamalo a Leo”. Si yo llamo a mi hijo a las 11 de la noche para que venga a sacar un murciélago de mi departamento me deshereda como madre!! El Carde seguía dando órdenes desde el baño, Felipe lloraba y yo buscaba…

En eso, el mamífero volador sale del armario, derechito a mí. Mi primera reacción es meterme al baño que está al lado. “Abrí!! Dejame entrar!! Pero el Carde estaba apoyado en la puerta y, como buen solidario que es… no me dejó entrar!

El quiróptero aterrizó sobre la cajonera y de ahí me miraba con carita de susto. Yo lo miraba, primero con cara de susto, después con cierta piedad y por último con amistoso compañerismo. Comencé a hablarle, pero consciente que tal vez no fuera a entenderme. “Tranquilo, te voy a ayudar a salir. No te asustes que yo estoy más asustada que vos” “Tranquila amor, estoy bien” dijo el Carde desde al baño. “Callate tarado! le hablo al murciélago, no a vos!!”.

La verdad que yo lo hubiera agarrado a mano limpia, porque aunque me miren raro, me resultan unos animalitos súper tiernos. Además, verlo así, a 15 cm, el pelo de su cuerpito parecía muy suave. Pero evaluando la situación supuse que si el bicho me llegaba a morder y el Carde tenía que llevarme a la clínica a esa hora, iba a tener que soportar un sermón peor que los de mi mamá cuando era chica. Así que agarré un toallón, lo envolví con mucho cuidado, escuchando sus grititos de protesta (los del murciélago, no los del Carde) mientras intentaba tranquilizarlo para que supiera que no iba a lastimarlo y lo llevé hasta el balcón. Cuando lo dejé en el piso, me seguía mirando con ojitos tiernos, como agradeciendo que lo hubiera salvado… de los gritos del Carde!!!

“Ya está cielo, ya lo saqué!” El Carde salió del baño y… otra vez los gritos… “Cerrá la ventana del balcón!!! Cerrá la ventana de la cocina!! Cerrá toooodo!!!” Con tal de no escucharlo, fui y cerré todo. Pleno verano, 40 grados de calor y nosotros… con el departamento cerrado tan herméticamente que si hubiera una explosión nuclear, la radiación ni nos toca!!

En fin… al rato salí a ver, preocupada que no hubiera estado herido. Revisé bien el balcón y no estaba en ningún rinconcito. Solo había sido el susto. El había vuelto a su hogar y yo pude volver a abrir la ventana.

Fue una buena experiencia. Sigo pensando que son unos animales bellísimos y además, ya aprendí como sacarlo para la próxima visita que no haga… como sacar al Carde, el murciélago no molesta!!!

 

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